EL CONTRASTE ENTRE LOS DESMANES COMUNICATIVOS DEL REY JUAN CARLOS Y EL IMPULSO DE LA EMPATÍA QUE PERSIGUEN LOS REYES FELIPE Y LETIZIA

Una brújula personal. Eso es la comunicación estratégica, si se orienta de forma auténtica. Esta autenticidad es lo que permita diseñar mensajes que logren persuadir al estar alineados con las fortalezas únicas de quien los transmite. Esto supone analizar audiencias clave, seleccionar canales precisos y adaptar lo que se comunica a quien lo está comunicando. No basta con que un individuo se coloque frente a una cámara y repita gestos aprendidos. Esto, a veces, tengo la impresión de que se fomenta por quienes aconsejan hacer una cosa o la otra, si quieres comunicar bien. Esta no es la primera -y más decisiva- etapa que debe afrontar quien quiere persuadir desde sus fortalezas y sentirse, además, satisfecho por haberlo conseguido. Por eso la comunicación estratégica requiere planificación previa, autoconocimiento profundo y ejecución coherente para generar confianza duradera. Lo demás, puede ser ruido y tiene dos riesgos: transmitir lo que alguien no es, erosionar su marca y generar una frustración que, en ocasiones, lleva al bloqueo comunicativa. De ahí que sea decisivo comunicar de forma táctica y, para eso, se debe adaptar la formación y el asesoramiento en comunicación a la identidad de cada persona. Este es mi empeño y mi pasión desde hace más de dos décadas. Y, por supuesto, funciona. Funciona porque transforma.

Y tan importante es la comunicación con estrategia que, recientemente, hemos visto cómo puede favorecer el valor reputacional de una institución o hacer justamente lo contrario. Esta semana nos hemos encontrado con un video extravagante del rey Juan Carlos, con el objetivo primero de promocionar su libro de memorias. Y también hemos visto a los Reyes Felipe y Letizia reuniéndose con mujeres víctimas de trata de blancas en un contexto que, cada vez, fomentan más: el de la escucha activa. Vamos con el análisis.

El rey emérito, sentado ante una bandera española ondeante, reivindica la “Transición ejemplar” que él lideró, justifica su libro como una historia sin distorsiones interesadas y pide a los jóvenes apoyar a Felipe VI en su arduo trabajo de unir as todos los españoles. Zarzuela ha calificado este video como “inoportuno e innecesario”. Y, desde el punto de vista de la reputación de una institución como la corona genera una imagen de conflicto, aislamiento y reaviva los escándalos vinculados a la Casa Real.

Asimismo, acumula distintos fallos de estrategia del mensaje:

  • Hay un análisis erróneo de audiencias: parece dirigirse a los jóvenes, pero estos jóvenes recordarán primero su corrupción y devaluarán su mensaje de forma inmediata.
  • El timing elegido es desfavorable, ya que se emite 48 horas antes de la publicación del polémico libro y después de los actos del 50 aniversario -que se celebraron sin su presencia-. Puede ser un video positivo para la labor promocional del libro, pero no para la imagen pública de la Corona.
  • El contenido es contradictorio, lo que aumenta su sensacionalismo, ya que pide apoyo para su hijo Felipe, mientras daña su imagen.
  • Existe también un desnivel en el canal y la escenografía, ya que el video parece emular a los mensajes que transmitía el Rey Juan Carlos en Nochebuena, pero termina transmitiendo una fuerte soledad. La exageración al utilizar la bandera de España como fondo, aminora su percepción como rey, en vez de evidenciarla.

Esta desorientación en la comunicación estratégica del rey emérito contrasta con la línea que están desarrollando los reyes Felipe y Letizia en la actualidad. Una línea de relato basada en la escucha activa.Así los vemos y así difunde la información la propia Casa Real. No es casualidad, es una actitud comunicativa que refuerza la posición de liderazgo y que debe realizare a través de mensajes sostenidos en el tiempo. Como están haciendo los reyes en la actualidad. El pasado 2 de diciembre los vimos practicar esta empatía sostenida al reunirse con quince supervivientes víctimas de la trata de blancas y pertenecientes a la asociación APRAMP, a las que entregaron una serie de títulos de un curso gastronómico que habían realizado para su reinserción laboral. En este contexto observamos la naturalidad de la reina Letizia (difícil de detectar en la mayoría de las ocasiones), al abrazar a las mujeres con emoción y escuchar atentamente sus testimonios. 

Lo hicieron como si se reunieran con un grupo de amigos, de pie y en círculo, al mismo nivel que las mujeres (distanciándose de las directrices habituales del protocolo). Esta utilización de la proxémica (categoría no verbal que estudia la proximidad como parte del mensaje) está siendo priorizada pro la comunicación de los reyes en sus últimas apariciones públicas. El rey Felipe se encuentra más forzado en estos contextos, probablemente por falta de costumbre y porque su educación protocolaria no está habituada a espacios informales. No tengo dudas de que es la reina Letizia y su visión comunicativa quien fomenta este tipo de encuentros que favorecen la transmisión de cercanía (sobre todo porque no son aislados, sino desarrollados a lo largo del tiempo).

La estrategia de este encuentro fue óptima y supuso un acierto para contrastarlo con la actitud comunicativa del rey Juan Carlos. Se intercambiaron miradas directas, practicaron una postura no verbal abierta (proximidad física) y dedicaron tiempo a estar con la gente de a pie y a mostrar su pasión por las personas (aquí debe enfocarse su relato permanente desde la palabra y desde la acción). Destaco también la vestimenta simbólica de la reina Letizia (recordemos que el aspecto físico y la apariencia forman parte clave del lenguaje no verbal), que llevaba un traje de chaqueta y falda de tweed en estampado de pata de gallo banco y negro realizado en el taller APRAMP (y es la cuarta prenda que viste de este taller), de ahí la importancia de sostener en el tiempo lo que se desea comunicar para que sea percibido como creíble y llegue a emocionar. Necesitamos emocionar para impactar. Los ojos de la reina Letizia transmitían emoción (y no es fácil advertirlo en ella).

En definitiva, el rey Juan Carlos grita su legado sin empatía ni diseño previo, con un daño colateral sobre la imagen pública de su hijo y de la Corona (algo que también lo está sosteniendo en el tiempo, de ahí el impacto negativo sobre la reputación de la Casa Real española). Lo deberían resolver mejor y de forma más clara. Por el contrario, los reyes Felipe y Letizia se han propuesto escuchar y mostrar su cercanía al pueblo, especialmente a los que más sufren. Una estrategia de comunicación que funciona si se practica desde la autenticidad y se mantiene en el tiempo. Aquí nace la coherencia desde la autenticidad, que es el valor comunicativo más potente, sólido y persuasivo que pueda existir.

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