ANÁLISIS DE LOS 7 RASGOS COMUNICATIVOS DE DOMINIO

Denomino así, como el «Efecto Pantocrátor«, a todos los relatos comunicativos que resultan forzados, rígidos y terminan resultando inverosímiles, de forma inmediata o a corto plazo. Esta última comparecencia del presidente del gobierno español, Pedro Sánchez, activa este efecto por 7 razones fundamentales:

1. Utiliza como idea central una alusión al YO-REDENTOR: debe seguir redimiendo al pueblo español porque tiene que librarlo del mal (la ultraderecha). Así justifica la que considera como incuestionable posición política al frente del gobierno. De forma indirecta, trata de manifestar que no hay nadie que pueda levantar su mano -como él- para salvar al pueblo del horror, el retroceso y la nueva dictadura (PP-Vox).

2. LA VOLTERETA ARGUMENTAL: en vez de centrar el peso del relato en una posición autocrítica ante los casos de corrupción que asolan a su Partido, cambia el paso y centra el mensaje en los logros del gobierno y la amenaza de un gobierno formado por el Partido Popular y Vox. Reitera cotinuamente esta idea, de forma explicita y subliminal, para que permanezca como foco del mensaje y persuada, especialmente, a aquellos que resultan más afines a su figura y que, en estos momentos, pudieran tener dudas sobre su honorabilidad.

3.Gestualidad, paralenguaje y cronémica CALCULADOS AL MILÍMETRO: los gestos de su rostro y manos, las pausas y la forma de caminar o de acceder al estrado -antes de iniciar su rueda de prensa- evidencian una táctica no verbal calculada con precisión para intentar transmitir fortaleza, equilibrio y calma. Sin embargo, hay gestos de contención (realizados fundamentalmente con los labios) que evidencian una represión de las emociones verdaderas (superioridad moral y lejanía hacia ese sufrimiento que dice estar padeciendo).

4.MIRAR EL RELOJ: si echar un vistazo al reloj en público puede considerarse como un elemento negativo, pues denota la escasa implicación con aquello que se está tratando, en este caso, es una escenificación prevista. Pedro Sánchez lo había preparado con antelación para dar por finalizado el turno de preguntas de los periodistas. Erró en la frase escogida: «Son las cinco y todavía no he comido» (una frase que se esta vitalizando en redes). A veces, el comentario más insignificante puede revelar una categoría superior -que limita la persuasión y la influencia buscadas-, en esta ocasión, la desconexión emocional total con lo que esta sucediendo. Recordar no haber almorzado, en una situación tan grave, es un gesto de frialdad máxima y de escasa aparición en circunstancias en las que un individuo está muy afectado por un suceso.

5.PERSISTIR EN LA TÁCTICA ESTÉTICA. En su primera comparecencia sobre este asunto de corrupción, fue muy criticado por su aspecto físico y su apariencia. Corrieron ríos de tinta por su atuendo: un traje sastre varias tallas más grande y, también, un maquillaje excesivamente marcado (a través de una técnica llamada contouring, aunque de forma incompleta, ya que solo se acentuaban las sombras en las sienes), para afinar la cara y mostrar una actitud doliente. Volverlo a hacerlo, busca anular la crítica y desactivar la idea de que se realizó previamente con el fin de tergiversar el estado físico real del presidente del Gobierno, pero está tan fingido -también en esta ocasión- que se convierte en un «factor boomerang» que daña la transmisión de confianza y de seguridad.

6. ACTITUD DOMINANTE PARA DOMINAR: Sánchez busca proyectar una imagen de control de la situación, de resiliencia y lucha por el pueblo. Así pretende dominar, mostrando dominio.

7. CERCANÍA SIMULADA: se posiciona como un líder imprescindible, autodenominándose como el «remedio menos malo» para que el país siga progresando y ensalzando su valor como el mejor presidente del país, frente a la oposición más deficiente de la historia. Las hipérboles anulan la intención de resultar próximo a la opinión pública. Es como si nos trasladara la voz del pueblo (que le pide a gritos que continúe en su posición), pero solo es su propia voz.

El «efecto Pantocrátor» siempre termina resultando contraproducente, porque proyecta una imagen política de autoritarismo, falta de transparencia y desconexión con la ciudadanía. Genera rechazo. Jamás hubiera recomendado utilizar esta técnica. De hecho, trato de asegurarme siempre de que aquellas figuras públicas a las que asesoro comunicativamente, no representen ningún atisbo de este efecto. ¿Por qué motivo se ha activado? Creo que por la urgencia del relato y el hecho de que haya funcionado suficientemente bien en ocasiones anteriores (no siempre por estar bien ejecutada, sino por la ausencia de un contrapeso en la oposición). Ahora bien, de base, es un tremendo error porque subestima el sentido crítico de la ciudadanía (como si estuviera en disposición de «tragar» con todo). Esta vez, no funcionará, ni tan siquiera medianamente bien. Eso ocurre, antes o después, con todo aquello que no es auténtico.

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