La Imagen Política no es el color de la corbata, ni tampoco el traje, ni el peinado, ni el maquillaje, ni los accesorios que escoge una figura pública. Eso es la estética, pero no la imagen. La imagen es muchísimo más. Es la identidad que transmite un profesional, dirigente o institución, de acuerdo con su carisma, a sus valores y a su acción. Es decir, una especie de fotografía en movimiento de lo que somos y de lo que hacemos (nuestra verdad en acción). Cuanto más auténtica sea, más empacará. Cuanta mayor sea esta autenticidad, más confianza y credibilidad generará. Esta es la diferencia esencial entre el impacto esporádico y la persuasión sostenida en el tiempo. Para generar una imagen de poder necesitamos una imagen sostenible, por eso debe ser verdadera y, lo más importante, con talento para transformar.

Hoy hablamos de estética política, es decir, de la estética del poder. Un detalle que ayuda a configurar la imagen política pero que no es el más decisivo. Y hablamos de estética política a través del retrato oficial que se ha publicado de Melania Trump. Se ha comparado este retrato con el de Claire Underwood, un personaje de ficción que nos muestra a una maquiavélica primera dama de los Estados Unidos, en la exitosa serie «House of Cards». Dudo que la fotógrafa Régine Mahaux, que retrata habitualmente a la familia presidencial de los Estados Unidos, haya seguido este código para elaborar el retrato. Más bien, el nuevo retrato de Melania contiene códigos del relato visual que se utilizan para configurar una estética de autoridad. Unos códigos que, en la serie de ficción, también se utilizaron, ya que son normas estéticas comunes. De ahí su parecido.

Estos son los 5 códigos de comunicación no verbal que aparecen en el nuevo retrato de la primera dama norteamericana:

1. La fotografía en blanco y negro ayuda a multiplicar el peso de las emociones e ideas que se quieren transmitir. En este caso: presencia, dinamismo y autoridad. Asimismo, la convierte en una foto más icónica y aumenta el valor de todos los símbolos y códigos que contiene la escena retratada.

2. Frente al retrato del mandato anterior (2017), Melania aparece apoyada sobre una mesa transparente en un despacho, con una ventana a su espalda, desde la que se observa el Obelisco de Washington. Es el despacho situado justo encima del despacho Oval, según señalan en el comunicado que acompaña a la foto, el llamado “despacho oval amarillo”. No es casual este escenario. Simboliza una intención de acción.

3. Melania no cruza los brazos, como en el retrato anterior. Los abre y los hace reposar sobre la mesa, símbolo de apertura y contundencia, dos impulsores de la autoridad. Esa posición (la mano sobre las esa), la hemos visto en otras figuras públicas de poder, como el Rey Felipe VI en su retrato oficial, junto a la reina Letizia, en el año 2016. Vemos que es el Rey el que reposa los yemas de los dedos sobre la mesa. Este es el rasgo estético no verbal que identifica esa intención de comunicar poder y solidez.

4. La gestualidad del rostro es significativa. Si en el retrato anterior Melania esboza una ligera sonrisa, en el actual aparece una sonrisa simétrica, con labios más tensos, aunque reforzada por el brillo remarcado en sus ojos. Es una sonrisa a lo «Mona Lisa», destinada a crear enigma. Aquí trasladan sensaciones vinculadas a la seriedad y la energía para actuar. Me llaman la atención las piernas, ligeramente ladeadas, que refuerza esta idea de movimiento para la acción.

5. Respecto a la indumentaria, Melania Trump reproduce (igual que lo hizo en la toma de posesión de Donald Trump) la estética de los años 50. Todo un símbolo, ya que es una estética destinada a remarcar la independencia y la identidad de las mujeres. En su caso, las solapas anchas de la chaqueta, el fajín y la blusa blanca (se ven los puños) conectan con una estética masculina utilizada para reforzar esta nueva idea que nos quieren trasladar: la de una Melania que tomará sus propias decisiones. 

6.El cabello rompe con esa estética masculina, para marcar su femineidad. Aunque vemos el contraste con las dos estéticas, en sus dos retratos oficiales. El retrato de 2017 muestra a una Melania en posición de discreción, amabilidad y corrección (sin fondo que identifique dónde está situada), en el de 2025 a una primera dama en disposición de acción. El contexto, por lo tanto, es el gran mensaje.

7. Si en el primer retrato podemos apreciar dos joyas vistosas, el anillo de pedida y el de casada de Melania Trump, repletos de diamantes valoradas en dos millones de dólares, en la fotografía actual no se aprecian joyas. Esta decisión estilística está destinada a generar más empatía con la opinión pública general. Respecto al color, el negro es el color elegido para las indumentarias de los dos retratos. El color asociado con la elegancia, el poder y el éxito como look total. En el caso del primer retrato, conecta más con esta idea. En el retrato actual, la suma de las tonalidades negro y blanco (black & white) está más destinada a generar una idea de profesionalidad.

Ahora bien, si el retrato tiene la intención de mostrar que el poder de Melania Trump, en esta nueva etapa, está en la acción que será capaz de desplegar (destronando la idea de ser una “mujer florero”), sería positivo conocer cuáles serán las funciones de la nueva primera dama e, incluso, acompañar el retrato de sus primeros movimientos en su agenda. Esto generaría coherencia en su imagen política. Porque la Imagen de Poder, recordémoslo, no es solo una pose, una expresión o un retrato. La Imagen de poder se asienta en la coherencia entre lo que transmitimos y lo que somos capaces de conseguir, siempre, a favor del bien común.

La coherencia, hoy más que nunca, para construir una imagen de poder, lo es absolutamente todo.

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