¿Tiene tanta importancia el vestuario en una toma de posesión, como para que se escriba tanto sobre ello? Es un símbolo más. Un símbolo de la escenificación del poder que quiera transmitir un político o cualquier figura pública. Y los símbolos, cuando se activan al mismo tiempo, refuerzan el impacto del relato, de ese “storytelling”, siempre crucial para la comunicación eficaz (aunque por sí solo aporta un impacto temporal). Ahora bien, insisto en este aspecto porque es absolutamente decisivo: no hay relato -ni símbolos que lo sostengan-, que se mantenga en pie a lo largo del tiempo, si no está reforzado por la fuerza de los hechos. Lo que se cuenta, por lo tanto, es necesario que suceda, que transforme, que cambie las cosas, que sea verdadero. AUTÉNTICO. Este es el concepto del “storydoing” tan importante en comunicación política y, cada vez más, en la comunicación empresarial y de todas las organizaciones.

Fuente: El Sol de México.

Pero, vayamos al asunto en cuestión. ¿Qué transmitió el vestuario escogido por la presidenta Claudia Sheinbaum? ¿Es importante como mensaje comunicativo? Sí, lo es. El aspecto físico y la apariencia son una categoría relevante del lenguaje no verbal porque ayudan a reforzar lo que se transmite a través de la gestualidad (kinesia), la voz (paralenguaje), el lugar escogido (entorno) y las distancias establecidas con los demás al escenificar esa interacción comunicativa (proxémica). Es una categoría más, por lo tanto, no la más decisiva. En el caso de la nueva presidenta de México, apareció con un vestido de color marfil bordado con más de cien flores. Nada era casual. Todo en el vestuario formaba parte de la idea-fuerza con la que se estaba trabajando en este acto de toma de protesta (así se denomina la toma de posesión). El primer símbolo fue la elección de la diseñadora. Se trata de la oaxaqueña Claudia Vásquez Aquino. En el mensaje de poder de la nueva presidenta de México se otorga una importancia clave al empoderamiento de la mujer mexicana. Es una exaltación de las mujeres que han trabajado y trabajan con sus manos y que, en muchas ocasiones, son el sustento del núcleo familiar -aunque lo hagan, casi, de forma oculta-. Esto es exactamente lo que ocurre con la situación familiar de la diseñadora del vestido. Claudia Vásquez es una pequeña emprendedora, que lleva tejiendo desde niña y que preside una asociación de comunidades indígenas. Es decir, se trata de una mujer ejerciendo el liderazgo. Una artesana que dice hacer las cosas con pasión y con amor y que tenía también un mensaje preparado para los medios, al ver la expectación lógica que ha generado su diseño para la nueva presidenta de México: “No se rindan…Llegó el tiempo de las mujeres. Nos va a llevar de la mano (refiriéndose a Sheinbaum)”. Sus palabras contribuyen a reforzar la imagen de poder que ha querido mostrar la nueva presidenta de México, en todos los detalles del acto. Y es, desde mi punto de vista, el mensaje subliminal más potente del acto de investidura de la nueva presidenta.

La diseñadora de Oaxaca Claudia Vásquez Aquino.

También el escudo nacional sobre la banda presidencial que portaba Claudia Sheinbaum fue realizado por una mujer, en este caso la soldado Evangelina Rentería de la Cruz. Todo es simbólico. Y todo comunica. Sobre el color marfil (que no color blanco) he leído en algunos mensajes de redes que había sido utilizado por Sheinbaum para emular a las sufragistas históricas que, cuando se manifestaban para luchar por sus derechos, llevaban este color a modo de uniforme, como vemos en la fotografía más abajo. Esto sí lo han hecho distintas mujeres políticas en momentos clave de su carrera política (como Hillary Clinton cuando se enfrentó en los debates electorales a Donald Trump) o Michelle Bachelet (Chile), Cristina Fernández de Kirchner (Argentina) y Violeta Chamorro (Nicaragua) en sus tomas de posesión como presidentas de sus respectivos países. Aunque también lo han portado de forma estratégica mujeres empresarias que otorgan un peso crucial al mensaje a través de su estética (de blanco y dorado iba vestida la presidenta de un sector de la moda español en la toma de posesión de uno de sus cargos, como si quisiera emular la seguridad en sí misma que proyectaban figuras como Cleopatra). Los símbolos estéticos, cuando refuerzan a otros mayores, como el mensaje, la voz o la gestualidad, son importantísimos. Desde mi punto de vista, creo que el mensaje que perseguía el equipo asesor de la nueva presidenta de México estaba más centrado en la figura de la diseñadora, en su historia de vida y en la reivindicación de un nuevo tiempo para las mujeres mexicanas, que en el propio color. Asimismo, fijémonos que el corte del vestido, en forma de campana y largo midi, posee una simplicidad significativa y aúna elementos típicos de la estética tradicional mexicana, como los bordados y las flores de colores. La nueva presidenta apareció fiel a su estética habitual -un rasgo favorable para su credibilidad- basada en la simplicidad del vestuario, maquillaje y complementos. Proyectaba naturalidad. Resaltar lo que nos identifica -y evitar llevar atuendos con los que nos sintámoslas incómodos o disfrazados- es esencial para generar confianza a través de la apariencia. Y, cómo no, a través de la comunicación. Porque el vestuario también influye en nuestra seguridad a la hora de comunicar. Si nos sentimos confortables, seremos capaces de transmitir seguridad.

Marcha de mujeres sufragistas en 1908. Fuente: Getty Images.

Había muchos símbolos -y todos iban en la misma dirección- en otra categoría clave del lenguaje no verbal: el entorno. Las mujeres soldado y una mujer referente de la izquierda en México, Ifigenia Martínez (presidenta de la Cámara de los Diputados), a quien el anterior presidente de México (Andrés Manuel López Obrador) le cede la banda presidencial, para que sea ella quien se la entregue la presidenta Claudia Sheinbaum. Otro símbolo potente de generación de un ambiente de poder dominado por el liderazgo femenino. Es solo un relato, pero es un relato de comunicación de un tipo de poder en el que las mujeres llevarán la voz cantante. ¿Será eficaz? Podrá serlo, si se activa un relato de hechos a favor de esta idea-fuerza con la que Claudia Sheinbaum ha comenzado su mandato.

Otro símbolo: aceptar el cargo protegida y custodiada por mujeres. Mujeres soldado, en esta ocasión, cadetes femeninas del Colegio Militar. Con rasgos indígenas, como la mujer que aparece en el nuevo emblema de México y que comento a continuación. Nada se ha seleccionado al azar en esta toma de posesión. Nada.

Fuente: Diario de Yucatán.

Y no podía faltar las mujeres del pueblo, de las que emana la sabiduría y el orgullo, según Sheinbaum, y a las que la nueva presidenta quiere dar toda la visibilidad que la historia les ha negado durante siglos. Este es uno de los principales propósitos en su mandato. Y así lo ha escenificado con suma claridad.

“Es el tiempo de las mujeres”, ha repetido hasta la saciedad la nueva presidenta de México en su discurso verbal y no verbal, así como a través de todas las personas y detalles que ha incorporado en su relato, en esta puesta en escena de su poder. Pero, hay más. Antes de su toma de posesión, se presentó el nuevo logotipo del gobierno de México, que tampoco es casual. Una mujer joven, de rasgos indígenas, sosteniendo la bandera nacional con serenidad. Como han explicado desde el propio Gobierno, “este emblema simboliza la lucha de las generaciones de mujeres que han sido invisibilizadas por la historia, quienes se han mantenido en pie de lucha por sus derechos, sueños y anhelos. Una mujer símbolo de la esperanza, la igualdad y la justifica”. Es tiempo de transformación y de mujeres, en palabras de la nueva presidenta mexicana. Más símbolos para reforzar la persuasión de la comunicación.

Por lo tanto, la suma de símbolos multiplica el valor de una comunicación de impacto. Eso sí, queda pendiente demostrar con hechos, en este caso, con políticas públicas, esa palabra dada. Ahora bien, desde el punto de vista de la escenificación de la imagen del poder, no se ha dado ninguna puntada sin hilo. Había un relato sólido, fácil de percibir y de comprender por la opinión pública mexicana, y también de descifrar por parte de la opinión pública internacional. La sencillez del concepto (esto no significa que falte profundidad) es básica para asegurar que el mensaje se recibe y que se recuerda. Es decir, que influye. 

Fuente: El País.

Un último apunte a este análisis: la presidenta no suele esbozar una sonrisa auténtica (esa sonrisa abierta, en la que podemos ver los dientes y donde los ojos también recogen esa emoción). Una sonrisa muy difícil de impostar. Claudia Sehinbaum ha mostrado este tipo de sonrisa a lo largo del acto, en varias ocasiones. Contrasta con su gestualidad facial habitual, que es normalmente tensa y esconde emociones positivas, evidenciando más las negativas, como la frialdad. En esta foto, abre los brazos y sonríe ampliamente. Otro gesto de poder basado en una emoción real.

Ahora, toca esperar para ver hasta dónde llega la influencia y la imagen de poder que ha desplegado Claudia Sheinbaum en su toma de posesión, a ojos del mundo. Y, muy especialmente, a ojos del pueblo mexicano -y de sus mujeres, que son ya sus preferidas-. Veremos cómo refuerza el dato a este robusto relato.

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