¿A USTED SE LE ENFRIÓ EL CAFÉ? Así es la comunicación de Pedro Sánchez

Cuando un presidente de Gobierno comparece un domingo a las 11 de la mañana, en rueda de prensa institucional, está obligado a corresponder ante las expectativas generadas. Es decir, a ofrecer un mensaje útil. Y esta utilidad se centra en que sus palabras representen una novedad positiva, un alivio y un beneficio para los ciudadanos. No fue así. Prácticamente a nadie, viendo la comparecencia en directo, se le enfrió el café. Porque nada de lo que dijo fue capaz de dejar al espectador con la taza sostenida en la mano y la boca abierta. Y debería haberlo hecho, porque el formato escogido llamaba a ello. Había expectación y también unos cuantos símbolos: se realizaba desde Barcelona, aparecía por primera vez -en una presentación de este tipo- sin corbata y transmitía que la reunión virtual con las autonomías se realizaría desde el Senado. Una triple simulación de cercanía: para afianzar el vínculo con Cataluña, para mostrarse más campechano desde la vestimenta y para acercar a la opinión pública instituciones tan remotas como el Senado. Es una maniobra comunicativa calculada, pero escasamente eficiente para quien oye y para quien la pronuncia (no aporta valor a su carisma). Porque lo que los ciudadanos ansían escuchar son soluciones que descongestionen sus vidas. Así de simple y así de complejo articularlo.

 

En definitiva, Pedro Sánchez se limitó a decir lo que va a hacer para frenar la sexta ola, pero no lo que está haciendo ya. Error de enfoque. Lo que contó, cabía en un simple tweet. ¿Por qué lo hizo de este modo? Por una razón clave desde el punto de vista electoral: para simbolizar que pilota la nave. Parece, por lo tanto, que un objetivo crucial era desplegar todo su peso institucional, para apuntalar así su espacio político. De otra forma, no se entiende que en un mensaje de 6 minutos y 38 segundos no existiera ningún tipo de concreción. Muy al contrario, fue una especie de recordatorio rápido sobre lo sabido: lavarse las manos, vacunarse y comportarse responsablemente. Demasiados prolegómenos y escasas herramientas para maniobrar. La gestión de las situaciones de crisis exige poca retórica comunicativa. Así lo explico, analizando a distintos políticos y mandatarios, entre los que se encuentra Pedro Sánchez, en mi libro “Imagen Política. Modelo y Método” (Libro en Amazon). Gestionar su autenticidad es el gran reto de los dirigentes de esta época. Y su aval de triunfo.

 

De hecho, fíjense, los líderes que más hábilmente están gestionando la pandemia, así se comportan comunicativamente. Desde Erna Solberg en Noruega, a Jacinda Ardern en Nueva Zelanda, o Justin Trudeau en Canadá. Comunicar bien es imprescindible para un político. Para ello necesita un fuerte movimiento resolutivo que respalde sus palabras. Porque ante una sociedad tan agotada como la nuestra, un representante político (en las filas de gobierno y -ojo- también en las de la oposición) deber ser capaz de explicar la esperanza, creando esperanza. Es curioso porque, hace unas horas en Twitter, Pedro Sánchez felicitaba a Gabriel Boric por su reciente victoria. El presidente electo de Chile prometió, precisamente, liderar la esperanza con este mensaje fuerza que ha ido perfilando a lo largo de su campaña: “Para vivir mejor”. Así es la comunicación política eficaz: un estímulo constante, para vivir mejor. Lo demás, agua de borrajas.

 

Las palabras del presidente Sánchez fueron comedidas, pero no profundamente sentidas, actuando como una señal de tráfico que nos recuerda la velocidad a la que debemos circular. Poco más. Valoren ustedes si esperaban más. Si merecemos más. La calma en política exige práctica, no sólo poética. Y la calma es uno de los valores artífices del éxito político, uno de los méritos más aclamados en el mundo hoy. Porque esta calma es el comienzo de la felicidad. De hecho, así cerraba su discurso Pedro Sánchez: “Me gustaría finalizar transmitiendo un mensaje de tranquilidad y de confianza al conjunto de la población. Hemos andado juntos la parte más dolorosa del camino y juntos vamos a culminar esta travesía protegiendo las vidas y la salud de nuestros compatriotas”. La pregunta es: ¿CÓMO? ¿Cómo va a producir el Gobierno esa tranquilidad, esa confianza? ¿Cómo va a propiciar ese optimismo? El cómo, en política, lo es todo. La autenticidad está en la acción, no solo en la promoción.

Comentarios

  1. Ojalá la autenticidad estuviera en la acción…

    Me temo que en esta sociedad (y la política es parte de la sociedad) lo que prima es la promoción, no la sustancia, la coherencia y la acción 🙁

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  2. Gracias Imelda por el post, invita a la reflexión. En mi opinión das a entender que comunicación sincera es igual a buena gestión de la pandemia y no estoy de acuerdo ya que la comunicación es subjetiva y la interpretación comunicacional depende siempre del punto de vista del sujeto, por lo que no encuentro que sea una derivada directa. Estoy seguro que hay personas que han encontrado a Sánchez tranquilizador y natural , además de estar muy satisfechos con la gestión del covid, otros pensamos lo contrario y ninguna de las dos es verdadera, entre otras cosas porque en los innumerables ránkings a nivel internacional de países mejor gestores de la pandemia , España sale en puestos distintos según la fuente que lo elabora o pública. N.Zelanda está considerado como el país que mejor lo está gestionando, los datos así lo revelan y a mí particularmente como a otros muchos Ardern no me gusta como comunica, la risa permanente me parece impostada. Un Saludo

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    1. Gracias por tu comentario, Carlos. Respecto a lo que apuntas, matizar que la comunicación eficaz (que además de «sincera» debe ser muchas otras cosas) forma parte del liderazgo auténtico pero, obviamente, no es el único valor que define una buena labor de gestión. Ahora bien, es fundamental para aportar claridad y tranquilidad a la ciudadanía, especialmente en periodos de crisis.

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