ANÁLISIS DE LA VISITA DEL PRESIDENTE DEL GOBIERNO ESPAÑOL A RADIO 3 EN MEDIO DEL JUICIO AL FISCAL GENERAL DEL ESTADO
España vive una de las mayores crisis reputacionales de su historia por hechos que dañan fuertemente su imagen pública como el procesamiento del fiscal general del Estado, Álvaro García Ortiz.

Mientras tenía lugar en el Tribunal Supremo la última sesión del juicio al fiscal general, acusado de un delito de revelaciones, el presidente del gobierno optó por comunicar su presencia en Radio 3, emisora dedicada a la música independiente, y allí apareció, ataviado con la vestimenta más informal con la que le hemos podido ver, mostrando una actitud de alegría y despreocupación permanentes.

Así, en momentos de alta tensión institucional, como la investigación al fiscal general, recurre a gestos de imprevisibilidad lúdica, como aparecer en Radio 3 en un ambiente distendido para producir un fuerte choque emocional en la opinión pública. Estos choques, en ocasiones, llevan al bloqueo, es decir, es como si la gravedad del hecho político de procesamiento al fiscal perdiera su gravedad. Por eso, este movimiento descoloca la lógica mediática del conflicto: su imagen se traslada del plano judicial al simbólico, reforzando cercanía emocional y sensación de normalidad.
Ante esta situación, la maquinaría comunicativa del presidente del gobierno ha activado un mecanismo de persuasión basado en la manipulación emocional del receptor. A este efecto le denomino “Teoría del Refuerzo Intermitente®”, aplicado por dirigentes, políticos y líderes de otros ámbitos para condicionar las emociones de la opinión pública y, especialmente, de los que cuentan con su beneplácito inicial.
En la “Teoría del Refuerzo Intermitente en la Comunicación Política” planteo que determinados líderes y estrategas utilizan apariciones públicas, gestos simbólicos o actos comunicativos -aparentemente espontáneos- con el fin de mantener la atención, la fidelidad y la respuesta emocional del electorado mediante una lógica de imprevisibilidad calculada. Este patrón replica los principios del refuerzo intermitente en psicología conductual: conductas reforzadas de manera irregular generan mayor adherencia y dificultad para el desapego emocional.
En psicología, el refuerzo intermitente consiste en recompensar una conducta de forma no constante. El sujeto no sabe cuándo recibirá el estímulo positivo, pero sigue respondiendo porque la expectativa de la recompensa mantiene el interés activo. Aplicado a la política, los ciudadanos o simpatizantes reaccionan ante la incertidumbre calculada que generan los líderes, permaneciendo emocionalmente enganchados a su figura o narrativa.

El líder utiliza momentos de “disonancia programada”, es decir, irrupciones comunicativas desconectadas de la agenda institucional o racional, pero emocionalmente potentes. Aquí se enmarca la inesperada aparición de Pedro Sánchez en Radio 3 para mostrar su interés por la música independiente y comentar, entre otras cuestiones, el reciente disco de la cantante Rosalía. Algunos medios lo han interpretado como un acto de pre-campaña o un intento de conectar con el público más joven (que como tendencia de voto está girando hacia la derecha ideológica, según los últimos sondeos), pero esta aparición va más allá. Es una estrategia para condicionar lo que siente la opinión pública ante hechos de gravedad como el procesamiento del fiscal general o la situación de tensión política provocada por la nueva posición del partido Junts de Puidgdemont en su acuerdo con el gobierno (lo que podría hacer peligrar su gobernabilidad). Ante esto, Sánchez, se muestra espléndido con la camiseta de Radio 3 que le han regalado, sonríe y comunica una ilusión adolescente. Todo calculado. De hecho, los momentos de” disonancia programa” se relacionan con hechos como estos:
– Apariciones improvisadas en espacios informales (como medios culturales o juveniles) durante crisis institucionales.
– Mensajes que alternan gravedad institucional con cercanía lúdica o afectiva.
– Silencios prolongados seguidos de gestos sorpresivos o reacciones aparentemente espontáneas.
Estas técnicas no buscan coherencia, sino dependencia emocional y vigilancia mediática constante. El ciudadano nunca sabe “cuándo” el líder volverá a sorprender, ni cuál será su tono o escenario. Esa irregularidad mantiene viva la atención y genera una sensación de conexión afectiva intermitente.

¿Cuáles son sus efectos comunicativos, especialmente, en la opinión pública menos crítica y menos formada?:
1. Fidelización afectiva: los seguidores interpretan los gestos sorpresivos como autenticidad. De hecho, se ha buscado un escenario ideal para simular esta “autenticidad”, pues es conocido que Pedro Sánchez le apasiona la música independiente y es un fiel seguidor de las nuevas tendencias musicales y de medios alternativos, como Radio 3. Por eso hemos podido ver una gestualidad natural, nada contenida e, incluso, una sonrisa genuina en el líder socialista, cuando ha acudido a esta visita en las instalaciones de la radio.
2. Desviación de agenda: los hechos simbólicos eclipsan los temas institucionales o crisis en curso.
3. Dominio del relato mediático: la imprevisibilidad convierte cada gesto en noticia.
4. Refuerzo de liderazgo carismático: se asocia el azar aparente con espontaneidad, humanidad o cercanía.
5. Erosión de la racionalidad política: se desplaza el eje del debate desde lo argumentativo hacia lo emocional-reflexivo.
Siempre recuerdo que la adhesión ciudadana no depende de la coherencia política del líder, sino de la pauta emocional de refuerzos intermitentes que mantiene viva la expectativa de una nueva manifestación simbólica que renueve el vínculo emocional. Y, no dejo de insistir en que, cuanto más dormida está la sociedad, más aletargada por la crispación y más decepcionada por su clase política, más efecto tienen este tipo de estrategias. En estos contextos el abuso, incluso, se siente como deseo.
Por eso es tan importante la Educación de nuestras nuevas generaciones fomentar su capacidad crítica ante lo que ocurre en el mundo y también su valentía, para que puedan diferenciar la manipulación de la verdad.
En comunicación política no todo es admisible. Es incoherente que, ante una de las mayores crisis políticas que ha vivido España, sea condenado o no el fiscal general del Estado, un presidente del gobierno fomente una comunicación política informal acudiendo a programas radiofónicos o mostrando sus aficiones. Se hace con el propósito último de manipular y, asimismo, esta táctica esconde rasgos de soberbia -no de cercanía-. Aunque parezca lo contrario. En la mayoría de las ocasiones, este tipo de tácticas terminan convirtiéndose en un búmeran. Antes o después. Deberían saberlo sus asesores. No todo puede valer a la hora de comunicar. El fin jamás justifica los medios. Mantener el control a toda costa es también perderlo.