Una estrategia se revela por sus tácticas. Decía el general y filósofo Sun Tzu que “la mejor estrategia es la más simple y la mejor enfocada, ya que las estrategias demasiado complejas pueden confundir a los miembros del propio ejército, comprometiendo sus posibilidades de victoria”. Lo que haré, a través de distintos análisis, es descifrar las tácticas de los distintos partidos políticos que concurrirán a las elecciones generales del 23 de julio en España, para descifrar cómo están enfocadas. Y si responden a los códigos de la autenticidad, el mayor impulsor de poder en esta nueva era. Vamos con ello.

COMUNICAR PASIÓN

En comunicación política funciona aquello que desata la pasión y la fascinación de la gente (y normalmente se produce cuando sienten que ese candidato siente sus problemas, los resuelve y promueve sus ilusiones). Esta es la chispa adecuada. Lo cantaba Enrique Bunbury, seguro que lo recordáis: “Todo arde si le aplicas la chispa adecuada…”. Así que la clave es encontrar esa chispa y, para eso, hay que empezar por reconocer que estamos en un tiempo nuevo que implica asumir el estado de ánimo de la sociedad y no pretender cambiarlo con maniobras de presión. La realidad, en ocasiones, es compleja de aceptar. Pero hay que verla y asimilarla con claridad para poder fijar la estrategia correcta. Una estrategia que, para que funcione correctamente, debe estar lo más conectada posible con la autenticidad.  ¿Y qué es la autenticidad? Pues muy sencillo: la verdad. Una verdad que se manifiesta a través de la firmeza (inteligencia práctica, serenidad y honestidad) y de la compasión (empatía activa, capacidad resolutiva y seguridad). Este es el punto de partida. Si los líderes políticos trazan sus tácticas desde una burbuja, no desde el estado de ánimo de nuestra sociedad -que está cansada, impaciente y nerviosa tras periodos consecutivos de crisis a distintos niveles-, lo más probable es que desarrollen campañas electorales que crispen todavía más el estado de ánimo social y anulen el entusiasmo necesario que deben sentir los ciudadanos para desear votar.

CONTROLAR LA EXAGERACIÓN

Así lo anunciaba en mi libro “Imagen Política” (Grupo Planeta, 2021) cuando afirmaba que todas las estrategias idealizadas o manipuladas que no respondan a la verdad del candidato irán perdiendo credibilidad hasta ser rechazadas por la opinión pública. Y así ha ocurrido con los resultados electorales municipales del 28 de mayo. La ciudadanía ha censurado la campaña de promoción desarrollada a través de una gran parte de la comunicación política del presidente del Gobierno, Pedro Sánchez, en el contexto de unas elecciones municipales donde lo que debe primar es el mensaje local. Un campaña centrada en unos logros del gobierno nacional, narrados con persistencia y exceso, que solapó la identidad política de cientos de los candidatos y las candidatas municipales socialistas de toda España. Fue un gran error de enfoque que debe revertirse para mejorar los resultados de la próxima convocatoria electoral nacional.  La pregunta es: ¿se está haciendo así?  Veamos. 

MULTIPLICAR POR 6

La imagen política del poder, que debe pasar primero por el afecto, la confianza y la credibilidad, tiene que ser capaz de revelar pasión. Necesitamos candidatos que garanticen seguridad y tranquilidad social. Y que ilusionen. Pero esto lo tiene que desprender un político de forma indirecta, no se puede imponer. Ni mucho menos remarcar día y noche, porque entonces aminora su efecto positivo. Si la opinión pública no siente esta pasión hacia un candidato, hará dos cosas: no votar o votar al partido que se intuya puede llegar a demostrarlo. Hoy se vota más por expectativas que para recompensar a un partido de gobierno por los resultados aceptables en su gestión política. Y esto ha ocurrido también en la convocatoria electoral del 28 de mayo.

El Partido Socialista ha iniciado su campaña dividiendo la realidad en dos bloques: el bloque rojo (el de la izquierda, queriendo estar representado en exclusiva por el PSOE y anulando perceptivamente a otros partidos de izquierdas) y el bloque azul (el de “la extrema derecha y la derecha extrema” -como ha afirmado en reiteradas ocasiones el presidente Sánchez en sus discursos-, conformado por el PP y por Vox). De esta forma, pretender convertir al PP en un partido cojo (que necesita apoyarse permanentemente en Vox para seguir caminando con agilidad). La cuestión es si la táctica del miedo a Vox sigue funcionando. Probablemente entre los votantes socialistas fieles sí, pero no se está argumentando lo suficiente.

La táctica del relato inicial que está utilizando el PSOE pretende multiplicar por 6 el efecto de todos sus argumentos. El mismo múltiplo que ha un utilizado en esa propuesta de realizar 6 debates electorales televisados entre Pedro Sánchez y Alberto Núñez Feijóo. Esto no es casualidad y responde a una estrategia global: mostrar la España que retrocede (multiplicado por 6) y la España que avanza (multiplicado por 6). De hecho, uno de los primeros eslóganes del PSOE en redes sociales es “La Mejor España”, que ya está -indirectamente- estableciendo una dura contraposición entre lo mejor y lo peor. Respecto a los debates, puede interpretarse que quien tiene ganas de confrontar es porque considera que sus argumentos son más fuertes. Sin embargo, esos 6 debates electorales, suponen una propuesta exagerada que sitúa al PSOE en un gran estadio de telerrealidad del que debe salir. Es la calle la que manda. El contacto con los votantes. Y que sea esta misma gente quien sea capaz de ver esa “mejor España” que postulan. Eso sí, sin tener que hacer, permanentemente, una pedagogía de sus logros que está provocando, en estos momentos, un “efecto boomerang”. Deben aflojar la presión del relato sobre lo conseguido, centrarse más en lo que seguirán haciendo y no obcecarse en marcar continuamente el ritmo del relato.

IR A REBUFO

El estratega militar Carl von Clausewitz consideraba que, “en la táctica, todo encuentro resulta defensivo si dejamos la iniciativa al enemigo y esperamos que se adentre en nuestro frente”. Podría parecer una debilidad, pero, en estos momentos, esta estrategia defensiva está resultando positiva para el Partido Popular. Como estamos viendo, el PSOE determina de qué se debe hablar (ha controlado los temas sobre los que debate la opinión pública desde que se conocieron los resultados de las elecciones municipales) y el Partido Popular responde. Y está respondiendo, hasta el momento, con bastante acierto. ¿Por qué? Porque Pedro Sánchez lanza una idea (véase, por ejemplo, los debates electorales) y el PP la matiza acercándola más a una línea de coherencia, así percibida por una gran totalidad de la ciudadanía. Alberto Núñez Feijóo anuncia que debatirá con Pedro Sánchez, pero desde la moderación. 6 debates saturarían a la ciudadanía y Feijóo echa el freno, algo que otorga alivio a la sociedad.

Y sigue dando oxígeno cuando pronuncia lo que una mayoría de ciudadanos y ciudadanas quieren oír: que los excesos del gobierno de coalición se eliminan. Solo hay que escuchar las propuestas del PP sobre la reducción significativa del número de los ministerios del gobierno actual, suprimiendo, incluso, el de Igualdad (que supone también un guiño a los votantes de Vox). O sea, una táctica de reducción frente a la táctica de la exageración. Este mensaje, además, viene a curar una herida abierta en la sociedad a raíz de las consecuencias de la “Ley del sí es sí” y la reducción de penas de cárcel de un gran número de violadores. La táctica actual del PP es sanar todo aquello que, hoy, está en carnes vivas. Y esto tiene un efecto más positivo, en estos momentos, que querer introducir a los votantes en un espacio de telerrealidad (políticos que debaten en televisión, como si estuvieran en una especie de “Gran Hermano”). Realidad/calma versus ficción/presión. Fíjense, de hecho, en el número de veces que el portavoz en campaña del PP, Borja Sémper, utiliza los términos “calma”, “sosiego” y “tranquilidad” en sus intervenciones públicas.

Ante las tácticas actuales del PP y por conveniencia electoral y social, el PSOE tiene que simplificar y enfocar su estrategia. Estas últimas tácticas no están funcionando eficazmente. Y su gran reto es despertar entusiasmo, sin perder el efecto de sus logros. Porque uno de sus principales objetivos es motivar hacia la victoria a su propio ejército (a sus militantes y simpatizantes). Y reducir la desilusión y la confusión ante unos resultados electorales municipales que castigaron a la figura de su líder (y que siguen sin decirnos cómo ha valorado a la ciudadanía a los candidatos que concurrieron a esa convocatoria electoral, tanto los que perdieron como los que ganaron).

En definitiva, se trata de movilizar desde la pasión. La pasión que desprende la compasión del líder. Escuchar y actuar. Sin presionar. Esta es la chispa adecuada.

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